top of page

Crónica de un “amor” futbolero


FC Naples | Latinos239

Eran exactamente las 5:30 de la tarde de un sábado destinado a ser diferente, así lo sentía, con hormigas caminando entre mi vientre, con flores de primavera dentro de mi alma, como aquella primera cita que tuve con la que hoy es mi esposa y en la que le declaré obstinadamente mi amor por ella. Sí, así fueron las primeras horas de ese día cuando te conocí, cuando te sentí, cuando te apoyé, cuando te grité (por amor), cuando te suspiré, amado FC Naples.


Me acicalé, me vestí bien, aunque todavía no tenga tu piel que te identifica como ese azul del mar que nos baña, como esa fortaleza honda y profunda de las olas que rompen en los

acantilados de la victoria o como esas palmeras que ese sábado bailaban con la sinfonía de tu “tocata”. No importó, sabía que me iba a enamorar de ti; me perfumé, era importante que me encontraras presentable y dispuesto a tus “caricias” de gol.


FC Naples | Latinos239

Llegando, vi la inmensa fila de pretendientes que pacientemente esperaban entrar a tu hogar para enamorarse de ti como yo lo anhelaba, y como lo logré. Fui uno de los elegidos que evadió esos rituales que le dan raíz a un sentimiento. Soy editor de un medio de comunicación y tuve la ventaja sobre ellos de llegar más rápido a tu encuentro, no lo puedo negar, lo debo admitir. Entré, y mientras recorría el largo pasillo que me llevaría al verde césped de tu casa, un bullicio de alegría me exaltó a un letargo inesperado que solo viví cuando era pequeño y mis hermanos mayores me llevaban a ver otros partidos. Tambores, platillos, banderas, humo azul de mar y cánticos de olas me sacaron bruscamente de ese sentimiento. Mi corazón empezó a latir con más fuerza, y flotaba mientras saltaba, y cantaba sus canciones.


Un hogar abarrotado de seres de azul, una luna blanca y redonda justo arriba del centro del

campo de fútbol, alumbraba con total esplendor a los futbolistas mientras entraban en el calor de sus hinchas. Allí estaban, todas las almas y corazones de sus jugadores procurando la energía de los espectadores. Poco a poco iba conociéndolos, y aunque aún no tenían los números ni sus apellidos en la espalda, estaba memorizando sus caras, sus piernas, su estilo, su trato con la pelota, sus liderazgos. Entraron al rato, arengando sus pasiones y yo sentado, impaciente para verte y sentirte por primera vez, amado FC Naples.


FC Naples | Latinos239

Siete de la noche en punto, un ritual militar, un himno, con un clima perfecto, un cielo

espléndido repleto de estrellas y una brisa que se antojaba al dulce que produce la inmensidad del mar, empezó mi encuentro con él, con ellos, con el equipo, y desde el primer toque descubrí que esos muchachos me iban a pertenecer y yo a ellos. Descubrí que siempre estaría con ellos, pase lo que pase, porque el “amor” futbolero es irrestricto, es total, es de sacrificios y resulta inmortal.


Desde un comienzo nos impusimos y las estadísticas lo dicen: en posesión, en disparos al arco, en oportunidades de gol. Así transcurrieron los primeros minutos que se sintieron una eternidad, conversamos y conversamos el mismo idioma del fútbol, yo proponía y tú disponías, y a veces, éramos diferentes, pero me atraías, me arrastrabas como esas corrientes del mar por debajo y esas olas gigantes por arriba, una táctica justa para el verdadero amor, amado FC Naples.


FC Naples | Latinos239

Llegó el primer gol del contrario, y debo reconocer que te critiqué: un descuido a la salida de un córner que no puede suceder y un arquero mal parado que no pudo contener mi frustración ni la de muchos en el estadio. Pero nada estaba perdido. Se hicieron los cambios perfectos y supimos doblegar a nuestro contrincante, y llegó la hora de empatar con un ataque por la derecha, un centro a media altura que pega en la mano del defensor y es penal. Y quién lo cobra, el más experimentado, el sensato que en prácticas los hacía, a él le tocaba. Con total frialdad marcó, engañó al arquero y yo salté hasta el cielo, y lo grité. Qué amor, qué ilusión, empatamos, pero faltaba más.


FC Naples | Latinos239

Faltaba la lucha, faltaba dejar la última gota de sudor sobre el verde césped de tu hogar. Faltaba mi apoyo, nuestra pasión adicional para buscar la victoria. Y fuimos uno solo, tú, amado FC Naples y yo, bueno, y nosotros. Y nos enamoramos, y sellamos nuestro “amor”, y faltando poco, me emocioné a “rabiar” porque hicimos un gol en tiempo extra, y era la victoria, pero unos dioses vestidos de amarillos decidieron anular esa extraordinaria obra.


No importó, no. Empatamos en nuestro primer encuentro, pero sellamos nuestra relación de

“amor”, de ese “amor” futbolero que jamás morirá, así yo te abandone o tú lo hagas por aquellas cosas crueles del destino. Mientras regresaba al calor de mi hogar, la llamé a Ella, y le confesé que me había vuelto a enamorar. Ella, absolutamente segura de sí misma y de mí, me augura felicidad y se alegra porque por fin, cerca de mí, de mi corazón, de mi alma, pude encontrar un “amor” futbolero de verdad, un “amor” de nunca acabar. ¡Te amo, FC Naples!


Oscar Arenas

Latinos239

Editor


Crédito de imagen: C2 Communications

bottom of page